Perú contrata a ocho mil afectados por el terremoto para que limpien las calles de escombros
Pisco, Ica y Chincha, las tres ciudades más afectadas por el terremoto de Perú luchan por recuperar la normalidad. El Gobierno ha contratado a ocho mil afectados por el seísmo para que limpien las calles de escombros.
En Pisco, donde el 85 por ciento del centro de la ciudad ha quedado destruido, cuatro mil personas, en su mayoría jóvenes, han sido contratadas por el programa Construyendo Perú, del Ministerio de Trabajo y Promoción del Empleo, para retirar el polvo y piedras que cubren las calles, flanqueadas por edificios derruidos.
Otros dos mil trabajan en la ciudad de Ica, que resultó menos afectada, y dos mil más en Chincha, que sufrió graves daños, aunque no alcanzaron el grado de Pisco.
Con palas y escobas impolutas y carretillas sin estrenar patrullan por las calles intentando borrar los restos de la tragedia. A ellos, que como dijo García han perdido "seres queridos, propiedades y trabajo", el presidente les prometió reconstruir una ciudad "más grande y próspera".
Donde el trabajo será más duro es en el centro de Pisco, donde la mayoría de las casas derruidas eran de adobe, un material que deja al deshacerse una gran cantidad de polvo y suciedad.
Mueren decenas de personas de la misma familia
De allí no dejan de llegar historias dramáticas. El terremoto se ensañó con la familia Espino, que perdió a decenas de sus miembros en la destruida iglesia de San Clemente de Pisco.
El funesto destino de numerosos integrantes de esta familia peruana se selló cuando acudieron en masa a la concelebración por el primer mes de fallecimiento de uno de sus tíos, Nery Espino.
En la iglesia de San Clemente, una construcción del siglo XVIII de adobe y caña, fallecieron esposos e hijos, ancianos, niños y religiosas, en una larga nómina que golpeó en gran parte a los Espino.
Menos de una semana después del terrible desenlace, hermanos, esposos, tíos, primos, cuñados y abuelos, todos miembros de esta familia, han sido enterrados juntos en el Cementerio de Villa en Pisco, la ciudad más afectada por el seísmo.
Uno de estos parientes que sobrevivió a la tragedia, Moisés Guillén, relató que a la misa de difuntos acudieron entre 70 u 80 miembros de la familia Espino. Guillén confesó que perdió a su madre, a su hermana y a dos de sus hijos y que del numeroso grupo de sus familiares "fallecieron unos 50".
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